El estilo de vida actual nos lleva a vivir gran parte del año sin luz natural de sol. En invierno nos levantamos antes de que salga el sol, pasamos la mayor parte del día en la oficina con luz artificial y regresamos a casa en el atardecer o cuando ya ha anochecido. Pues bien, la falta de luz solar es muchas veces la cusa del desánimo, la apatía, el cansancio injustificado y hasta de la depresión que no suele manifestarse en otras épocas del año. Y, sin embargo, podemos evitarlo porque hoy existen bombillas y aparatos de luz artificial que imitan la luz solar y poseen sus propiedades.
Desde que en 1879 Thomas Alva Edison perfeccionara la lámpara de incandescencia la vida de la mayor parte de la población mundial se ha convertido en un fenómeno que, fundamentalmente, se produce intramuros y bajo iluminación artificial. De hecho, mientras que hace 100 años el hombre pasaba el 90% de su tiempo bajo el sol actualmente no se puede hablar de más de 10%. Los ciudadanos de los países "industrializados" apenas estamos al aire libre: con frecuencia nos levantamos incluso antes de que amanezca, pasamos casi todo el día en nuestro trabajo -generalmente mal iluminado- y volvemos a casa con la puesta de sol o, incluso, de noche sin que hayamos pasado un solo minuto bajo la saludable radiación de la luz natural. Algo que según multitudes de estudios científicos afecta negativamente a nuestra salud. Y es que la ciencia a confirmado lo que ya se sabía: que la luz del sol es necesaria para la vida. Simplemente, la vida depende de la luz del sol y muchos procesos de la Naturaleza se rigen por éste. Y los humanos no son una excepción.
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